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29 octubre

Cómo se vivió la Gala Vogue de Día de Muertos 2025

Publicado por fernandar

La noche del 24 de octubre de 2025, en la majestuosa Ex Hacienda de Santa Mónica en Ciudad de México, se llevó a cabo la Gala Vogue Día de Muertos 2025, un evento que reunió moda, arte, cultura y tradición en una única experiencia de alto impacto. 

Para quienes seguimos la moda femenina y su evolución, esta gala no fue simplemente una alfombra roja más: fue una declaración estilística, una reinterpretación del legado mexicano a través del diseño de vanguardia y un despliegue de elegancia que invitó a vestir con historia y personalidad.

En lo que sigue, exploramos los momentos clave del evento, cómo se reflejó la moda femenina en cada detalle, y finalmente, cómo puede resonar todo esto con la visión de la marca Liz Minelli, una marca que apuesta por la inclusión, la feminidad fuerte y el estilo auténtico.

Escenario, ambientación y simbolismo

El escenario elegido para la gala, la Ex Hacienda de Santa Mónica, aportó algo más que un espacio: representó un encuentro entre historia y modernidad. Con arquitectura virreinal, arcos antiguos y jardines que evocan tradición, el lugar fue transformado para la ocasión bajo la temática “Trascender”, donde la moda femenina se entrelazó con el simbolismo del Día de Muertos y la celebración de la identidad mexicana. 

El montaje floral, a cargo de creativos como San Jacinto Studio, mezcló cempasúchil, velas, esculturas vegetales y un juego de luces que evocaba altares contemporáneos. Cada rin-cón estaba pensado para transmitir memoria, color, textura y elegancia. 

Para la moda femenina, este entorno ofreció una plataforma para experimentar: los vestidos, las telas, los colores y los accesorios no solo se usaron, sino que dialogaron con el espacio. Fue una velada donde “vestir” quiso significar algo más que verse bien; quiso decir “ser parte de una historia”.

El código de vestimenta y la alfombra roja

El dress-code de la noche fue “Vestir el Tiempo”, una invitación a interpretar la tradición mexicana, la memoria y el estilo de manera personal. 

En la alfombra roja vimos cómo la moda femenina se adaptó a ese llamado:

– Los tonos tradicionales como naranja cempasúchil, negro profundo, dorado apagado o vino intenso ganaron protagonismo. Por ejemplo, la actriz Loreto Peralta lució un vestido naranja que evocaba el cempasúchil, firma de la colección de Raquel Orozco. 

– Las texturas artesanales (bordados, seda, drapeados), combinadas con cortes contemporáneos, dieron aire fresco y sofisticado: la moda femenina celebró lo hecho a mano sin perder modernidad.

– Los accesorios tomaron papel estelar: joyería voluminosa, tocados discretos, capas que fluían con el movimiento. La elegancia se manifestó en el conjunto completo, no solo en el vestido.

Este enfoque mostró que en la moda femenina actual la ropa no solo se elige por estética, sino también por significado. Vestir la elegancia es, al mismo tiempo, vestir identidad.

Tendencias de moda femenina reflejadas en la gala

En esta gala, la moda femenina no solo siguió tendencias: las redefinió para un contexto cultural. A continuación, algunas de las corrientes que se hicieron evidentes:

1. Color con intención: Los tonos clásicos y cargados de significado dominaron la noche. Desde el naranja cempasúchil hasta el dorado apagado o el negro profundo, las prendas hablaron de tradición, lujo y modernidad.

2. Siluetas que respetan al cuerpo: Más allá del excesivo volumen, vimos cortes que realzaron la figura con elegancia, demostrando que la moda femenina puede ser poderosa sin ser abrumadora.

3. Artesanía y detalles: Bordados, texturas, tejidos especiales: la moda femenina incorporó el trabajo artesanal como signo de valor y autenticidad.

4. Mezcla de géneros y referencias: Las prendas fusionaron lo tradicional con lo contemporáneo, lo mexicano con lo global, lo artesanal con lo industrial, reflejando una moda femenina que ya no teme a los contrastes.

5. Versatilidad con propósito: Aunque la gala fue un evento de alto glamour, la moda femenina que vimos también invitó a pensar en prendas que podrían adaptarse, reinterpretarse, vivir más allá de la noche.

Estas tendencias no solo fueron vistas en la alfombra roja, sino también en los backstage, en los accesorios, en los ambientes, en los detalles gráficos que acompañaron la velada. Fue una celebración de moda femenina en su sentido más amplio.

La inspiración que deja esta gala para Liz Minelli

Para Liz Minelli, esta gala representa una fuente de inspiración clave. La marca, centrada en moda femenina curvy, en la expresión auténtica de la mujer y en la idea de que cada cuerpo merece elegancia con significado, encuentra en eventos como este un espejo de posibilidades.

– Colores y texturas: Los tonos vistos en la gala (naranja cempasúchil, vino, dorado, negro) pueden reinterpretarse en la colección de Liz Minelli para vestidos de evento, invitada o gala, adaptados a tallas M a 5XL.

– Siluetas inclusivas y elegantes: La forma en que la moda femenina de la gala combinó estructura y fluidez refuerza la visión de Liz Minelli: vestir cuerpos diversos sin sacrificar estilo.

– Artesanía y detalles significativos: Así como la gala enfatizó el valor del detalle, Liz Minelli puede destacar en sus piezas acabados que celebren textura, feminidad y presencia.

– Temática de identidad y empoderamiento: La moda femenina que honra la tradición y la identidad resuena con el mensaje de la marca: cada mujer tiene derecho a brillar con autenticidad.

En resumen, la Gala Vogue Día de Muertos 2025 no solo fue un desfile de moda: fue un manifiesto sobre lo que la moda femenina puede ser cuando se vuelve consciente, cultural y exquisitamente elegante. Y para Liz Minelli es una invitación a seguir apostando por una elegancia que trasciende tallas, temporadas y expectativas.

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Conclusión

La Gala Vogue Día de Muertos 2025 nos demostró que la moda femenina puede llevar consigo historia, comunidad y estilo sin concesiones. Fue una noche donde los vestidos, los accesorios y los espacios hablaron con voz propia, y donde la elegancia se transformó en reflejo de identidad.

Para nosotros, que vivimos la moda femenina como una forma de expresión auténtica, esta gala marca un hito: nos impulsa a pensar más allá de la tendencia y a vestir con intención. En Liz Minelli, recogemos ese impulso para crear ropa que no solo se vea bien, sino que resuene: con el cuerpo, con la cultura, con el momento.

La moda femenina, cuando se vive así, se vuelve memorable. Y esta gala lo demostró: vestir con elegancia no es solo cuestión de estilo, sino de significado.

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